miércoles, 21 de enero de 2009

"Discursos de exclusión IV Encuentro de Arte, Educación y Estética"; Santiago, Octubre 2004

Huelgaenelmatadero fue el encargado de organizar el “IV Encuentro de Arte, Educación y Estética: Discursos de exclusión” este evento fue parte de las actividades realizadas por el Departamento de artes plásticas de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.
Presentamos aquí la convocatoria realizada para el encuentro:La ideología de la modernidad, cuya naturaleza se encuentra en el mundo globalizado de lo burocrático, militar y formativo ha diseminado estratégicamente una noción, un principio del Espacio y del Poder, estrechamente vinculados a modelos generadores de exclusión.
La utopía del derecho de los pueblos a ser, a tener identidad, a organizar sus vidas, sus sociedades, sus pensamientos y actos con autonomía e independencia, e incluso, transgrediendo ciertas normas y reglas aceptadas por las mayorías se desplomó violentamente, a comienzo de los años 70. Especialmente en América Latina y, luego, en Europa del Este.
La exclusión en su primera superficie se define como la facultad de eliminar suprimir, apartar. licencia o facultad de la cual se apropiaron grupos de poder de distinta índole : poseedores de la riqueza, propietarios de las influencias intelectuales o administrativas.
Pensar el poder ya no puede ser abordado como un mega relato unitario y absoluto venido desde un sólo sistema que ejerce control; no puede ser establecido únicamente como la dominación que establece el Estado sobre los ciudadanos, sino más bien esta potestad se establece en todos los ámbitos de la sociedad y, cada campo de poder utiliza mecanismosy operaciones para establecer sus fórmulas de dominación.
La política, podría ser el referente más claro, más definido. Sin embargo, este contexto lo advertimos en todos los territorios de la vida cotidiana: educativos, religiosos, científicos, económicos, sexuales, étnicos.
En términos culturales, el ejercicio del poder se establece mediante la instrumentalización de las manifestaciones populares, que sólo sirven como ornamento carnavalesco y, sobre las expectativas para acceder a la validación dentro del circuito de la cultura.
En el campo artístico la coerción surge del hecho que una obra de arte se configura como tal, no por el valor que le asigne un artista, sino más bien por el reconocimiento que los agentes e instituciones culturales operan sobre ella.
El valor distintivo de una obra ya no tiene peso por sí misma, sino por el que le asignan los críticos, directores de galerías, curadores, coleccionistas, jurados, instancias políticas de consagración a través de veredictos de concursos, becas. Debemos inferir que, cuando este ejercicio se desarrolla monopólicamente, cuando los consagradores siempre son los mismos, evidentemente muchos discursos, obras y artistas quedan fuera de todo juego consagratorio.
Hablamos aquí de un ejercicio de dominación y de control cultural.
Esta operación propicia la validación permanente de unos y la exclusión sistemática de otros y, más allá de pronunciamientos oficiales y constituciones políticas, que pretenden dar una imagen en dónde la cultura ejerce un papel importante, el ejercicio de la inclusión es una tarea aún pendiente para transformar los modelos imperantes.

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